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La Gratitud

Pr. Adolfo Agüero
28/9/2025

La Gratitud

Introducción

Vivimos en un tiempo donde la gratitud es cada vez más escasa. La Biblia anuncia que en los últimos tiempos los hombres serían ingratos, poniendo esta actitud al mismo nivel que la blasfemia, la avaricia y la soberbia.

2 Timoteo 3:1-2 “Timoteo, es bueno que sepas que, en los últimos días, habrá tiempos muy difíciles. Pues la gente solo tendrá amor por sí misma y por su dinero. Serán fanfarrones y orgullosos, se burlarán de Dios, serán desobedientes a sus padres y malagradecidos. No considerarán nada sagrado”.

Sin embargo, la gratitud es una cualidad que refleja un corazón que ama a Dios. Que hoy sea el día en que podamos analizar si estamos viviendo con un corazón agradecido o si, por el contrario, nos hemos vuelto indiferentes frente a todo lo que Dios y las personas hacen por nosotros.

La historia de los diez leprosos

En Lucas 17:11–19 encontramos la historia de diez leprosos que, desesperados, se acercaron a Jesús clamando por sanidad. En aquel tiempo, los leprosos eran considerados la peor escoria de la sociedad, excluidos y sin esperanza. Jesús les ordenó ir y mostrarse a los sacerdotes, quienes eran los únicos que podían declararlos sanos. Mientras obedecían, en el camino, fueron sanados.

Lo sorprendente es que de los diez, sólo uno regresó a Jesús, glorificando en voz alta y postrándose a sus pies para agradecer. Y no era judío, sino samaritano, un extranjero que demostró más sensibilidad que el resto. Jesús mismo se preguntó:

Lucas 17:17-19  “Jesús preguntó: «¿No sané a diez hombres? ¿Dónde están los otros nueve? ¿Ninguno volvió para darle gloria a Dios excepto este extranjero?». Y Jesús le dijo al hombre: «Levántate y sigue tu camino. Tu fe te ha sanado”.

Este pasaje nos enseña que no es lo mismo estar agradecidos que ser agradecidos. Los diez seguramente se sintieron muy agradecidos, pero solo uno lo expresó. Dar gracias no es solo un sentimiento interno; es una acción, una demostración de adoración.

1. La gratitud que se demuestra

El orgullo muchas veces nos impide agradecer. Sin embargo, cuando Dios quiere bendecirnos Él usa personas para hacerlo. Por eso, además de agradecer a Dios, también debemos mostrar gratitud a quienes Él usa como instrumentos en nuestra vida.

Ser agradecido se demuestra en lo cotidiano: un “gracias” por la comida que alguien cocinó, por la ayuda en un trabajo, por una palabra de ánimo. La gratitud añade valor a las personas. No esperemos hasta que sea tarde, como suele suceder en los velatorios, donde lamentamos no haber expresado lo que sentíamos. Digamos “gracias” y “te amo” ahora.

¿Expreso gratitud con palabras y acciones a las personas que Dios usa para bendecirme?

2. Las consecuencias de un corazón ingrato

La ingratitud nos roba la alegría. Un corazón ingrato se vuelve amargado, frustrado, envidioso y lleno de quejas, incluso de las bendiciones que alguna vez pidió. En cambio, un corazón agradecido disfruta de lo que tiene, valora la vida y vive con esperanza. Recordemos que nada de lo que tenemos lo merecíamos: todo es gracia de Dios.

El apóstol Pablo nos recuerda:

Filipenses 4:6 "No se preocupen por nada; en cambio, oren por todo. Díganle a Dios lo que necesitan y denle gracias por todo lo que él ha hecho. "

La gratitud quita la ansiedad y nos enfoca en el cuidado de Dios.

¿Reconozco diariamente lo que Dios ya me dio o vivo más enfocado en lo que me falta?

3. Gratitud en la oración

Salmos 100:4  "Entren por sus puertas con acción de gracias; vayan a sus atrios con alabanza. Denle gracias y alaben su nombre. "

La gratitud debe ser la primera puerta en nuestra relación con Dios. Cuando comenzamos orando con agradecimiento, reconocemos que ya tenemos más de lo que imaginamos. Y aun así, el Señor nos dice: “Pedid”. Entonces podemos presentar nuestras peticiones con un corazón lleno de confianza, sabiendo que Él siempre provee.

La gratitud es un estilo de vida. No significa conformarnos, sino valorar lo que tenemos hoy, porque si no cuidamos lo que ya poseemos, ¿cómo Dios nos confiará más mañana?

¿Mi oración comienza con agradecimiento o con queja y pedidos?

Conclusión

La gratitud no es un accesorio de la vida cristiana, es parte esencial de nuestra adoración. Nos libra de la queja, del afán y de la amargura, y nos llena de esperanza y paz. Seamos como aquel leproso que volvió a Jesús: no solo sintamos gratitud, sino vivamos agradecidos.

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