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Volvernos como niños

Pr. Fabian Ojeda
17/8/2025

Introducción

¿Sabías que Jesús declaró que si no somos como un niño, no podremos entrar al Reino de los Cielos? Pero ¿qué significa eso realmente?

En esta ocasión los discípulos de Jesús estaban discutiendo por quien era más importante en el reino de los cielos (inmadurez espiritual). Jesús les enseña la condición para entrar y el secreto paradójico de como ser grande en Su reino

Mateo 18:2–4 «²Jesús llamó a un niño pequeño y lo puso en medio de ellos. ³Entonces dijo: —Les digo la verdad, a menos que se aparten de sus pecados y se vuelvan como niños, nunca entrarán en el reino del cielo. ⁴Así que el que se vuelva tan humilde como este pequeño, es el más importante en el reino del cielo.»

Ser como niños en la fe no es lo mismo que ser niños en la fe, debemos ser como niños en cuanto a nuestra fe sincera y el dejarnos moldear por Dios, pero no ser niños en cuanto a la inmadurez espiritual, debemos crecer en nuestro carácter, en el conocimiento de la Palabra y la manera de relacionarnos con los demás.

Primero Jesús enseña que nuestra entrada al reino de los cielos depende de que tengamos la fe de un niño para creer en Él y que nos arrepintamos de nuestros pecados, esto es, girar 180º de la dirección que llevaba nuestra vida sin Dios para ahora volvemos a Él.

Y lo segundo es que el camino hacia el ser importante en Su reino es el humillarnos a nosotros mismos. Humillar el corazón es renunciar al orgullo, es dependencia, es pedir perdón, es servir a los demás, es menguar para que otro se levante, estar dispuestos a sacrificar gustos, deseos, tiempo, y hasta la vida misma por otros.

Mateo 23:11–12 «El más importante entre ustedes debe ser el sirviente de los demás; pero aquellos que se exaltan a sí mismos serán humillados, y los que se humillan a sí mismos serán exaltados.»

Jesús es nuestro ejemplo:

Filipenses 2:5, 8 ⁵Tengan la misma actitud que tuvo Cristo Jesús… ⁸se humilló a sí mismo en obediencia a Dios y murió en una cruz como morían los criminales.

Aprendamos de un niño que muchas veces pasa desapercibido cuando hablamos de uno de los milagros más impresionantes de Jesús.

El niño de los 5 panes y 2 peces

Cansados después de una intensa jornada de predicar y ministrar a tanta gente, Jesús llama a sus discípulos para ir al otro lado de lago para estar tranquilos en una colina, pero las personas se dieron cuenta y le siguieron. Jesús, al ver la multitud tuvo compasión y como un buen pastor decidió alimentarlos, pero antes quería probar la fe de sus discípulos.

Juan 6:5–9 «⁵Enseguida Jesús vio que una gran multitud venía a su encuentro. Dirigiéndose a Felipe, le preguntó: —¿Dónde podemos comprar pan para alimentar a toda esta gente? ⁶Lo estaba poniendo a prueba, porque Jesús ya sabía lo que iba a hacer. ⁷Felipe contestó: —¡Aunque trabajáramos meses enteros, no tendríamos el dinero suficiente para alimentar a toda esta gente! ⁸Entonces habló Andrés, el hermano de Simón Pedro: ⁹«Aquí hay un muchachito que tiene cinco panes de cebada y dos pescados. ¿Pero de qué sirven ante esta enorme multitud?».»

Seamos como este niño en cuanto a nuestra

1. Fe y confianza

Felipe, uno de los discípulos, razonó dentro de la lógica natural de una persona adulta y le dijo en pocas palabras: ES IMPOSIBLE conseguir pan para esa multitud (la Biblia dice 5000 hombres sin contar mujeres y niños, pudieron ser unas 10.000 personas). También Andrés, otro discípulo presentó a un niño que tenía 5 panes y 2 peces, y dijo: DE QUE SIRVE.

Felipe debía saber que para Jesús nada es imposible y Andrés tenía que saber que nada es difícil para Jesús, y lo poco para Él es más que suficiente.

Hebreos 11:3 «Por la fe entendemos que todo el universo fue formado por orden de Dios, de modo que lo que ahora vemos no vino de cosas visibles.»
Jeremías 32:27 «Yo soy el Señor, Dios de todos los pueblos del mundo. ¿Hay algo demasiado difícil para mí?»

Un padre necesitaba que Jesús haga un milagro y le dijo: ayúdanos si puedes…

Marcos 9:23 «—¿Cómo que “si puedo”? —preguntó Jesús—. Todo es posible si uno cree.»

Solo un niño, en toda esa multitud, estaba dispuesto a dar su comida a Jesús. Tal vez en su inocencia no sabia si alcanzaría o no, lo que si sabía es que Jesús era poderoso. Ese niño tenía fe en Jesús.

¿Consideraste que Dios puede hacer lo que le has pedido de una manera totalmente diferente a la que esperabas? ¿Ya te ha sucedido?

2. Acceso a Jesús

La fe nos aproxima a Jesús. Él amaba estar con los niños y con quienes tienen esa fe genuina y auténtica.

Mateo 19:14 «Pero Jesús les dijo: «Dejen que los niños vengan a mí. ¡No los detengan! Pues el reino del cielo pertenece a los que son como estos niños».»

«Aquí hay un muchachito», dijo Andrés. Imagino que no fue Andrés quien encontró al niño sino que el niño habiendo oido el problema (y que Jesús amaba los niños) buscó acercarse y llegó hasta Andrés (quien dejó en claro que eso no serviría de nada), pero el niño sabía que en las manos de Jesús lo poco era más que suficiente.

Un niño no conoce mucho de protocolo, el abre la puerta y corre a los brazos de su papá con confianza, porque sabe que es amado y aceptado. No entramos a Su presencia porque la sentimos, sino que la fe nos da ese acceso a Dios, al trono de gracia donde encontramos la ayuda que necesitamos.

Hebreos 4:16 «Así que acerquémonos con toda confianza al trono de la gracia de nuestro Dios. Allí recibiremos su misericordia y encontraremos la gracia que nos ayudará cuando más la necesitemos.»

¿Dejaste de acercarte a Dios porque no sientes su presencia?

3. Servicio y generosidad

Quizás como Felipe pensemos que no tenemos nada, que algo es IMPOSIBLE . O como Andrés, pensemos que lo que somos o tenemos es INSUFICIENTE para que Dios pueda hacer algo.

No necesitamos entender la manera en que Dios obrará para servirle o entregarnos.

Este niño entregó todo lo que tenía a Jesús, o sea, hizo todo lo que él podía hacer para que Jesús haga lo que solo Él puede hacer.

Una mujer había quedado viuda y su marido le dejó una gran deuda, al punto que estaban por llevar a sus hijos para ser esclavos. Ella fue a pedir ayuda al profeta Eliseo quien le dijo:

2º Reyes 4:2 «—¿Cómo puedo ayudarte? —preguntó Eliseo—. Dime, ¿qué tienes en tu casa? —No tengo nada, sólo un frasco de aceite de oliva —contestó ella.»

No tengo nada fue su primera respuesta, así respondemos muchas veces. Luego recordó del frasco de aceite, y de ese frasco Eliseo le dijo que vaya y consiga prestado todos los frascos que pueda y el aceite se multiplicó y llenó cuantos frascos consiguieron y así pagaron su deuda y pudieron vivir.

¿Qué tienes? ¿Fuerza, inteligencia, habilidades, recursos, tiempo, talento?

Cuando entregamos a Jesús lo que tenemos, no solo se multiplica sino que bendice a miles de personas.

Los 5 panes y 2 peces de ese niño alimentó a más de 5000 personas, todos quedaron satisfechos y aun sobraron 12 canastos llenos.

Aunque no conocemos el nombre de este niño, todos conocemos su fe. Sin buscar protagonismo sino poniéndose a disposición quedó en la historia por todas las generaciones.

La generosidad es una llave a la verdadera prosperidad

Proverbios 11:24 «Da con generosidad y serás más rico; sé tacaño y lo perderás todo.»

Conclusión

Hoy más que nunca, necesitamos volver a una fe sencilla, pura y confiada. No se trata de acumular conocimientos o aparentar espiritualidad, sino de acercarnos a Dios con el corazón abierto de un niño. Jesús no está buscando perfección, sino corazones que crean, se acerquen y se entreguen.

¿Estás viviendo con esa fe humilde que reconoce su necesidad de Dios cada día? ¿Te has acercado a Él últimamente con la confianza de que eres amado y escuchado? ¿Estás dispuesto a entregar lo poco —o mucho— que tienes para que Él lo use para su gloria?

Hoy es un buen día para volvernos como niños.

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